Textos
Advertir y Subvertir
Laura Valdivieso, 2009
Alejandro López Saldaña presenta un conjunto de obras integrado por un video, doce pinturas y una habitación prefabricada, a la que, justamente, le falta la cuarta pared, asunto que le da nombre a esta exposición. Su obra refleja un cruce de intereses entre el arte geométrico, en su versión contemporánea, y las percepciones urbanas registradas en su retina.
Nacido y formado inicialmente en México, continuó sus estudios en Alemania y Francia. Actualmente reside y trabaja en Mendoza, lugar que ya había visitado con anterioridad. Producto de su sensibilidad y de ese recorrido es que su trabajo refleja un universo de intereses conceptuales y estéticos que subvierten las construcciones estándar que se tienen de un artista mexicano contemporáneo. Su obra no remite a la categoría de lo mexicano relacionada con la “identidad histórica” como única fuente, pero paradójicamente, su entorno es la principal musa de inspiración de su producción.
Fue desde niño habitante de la periferia de la ciudad antigua de México, esa que se parece a casi todas las ciudades latinoamericanas, alejada de la catedral y el casco y fuera de todas las normas de conservación patrimonial. Penetrado por esta realidad contemporánea y observador incansable de las modificaciones que las fachadas urbanas sufren en forma constante facilitadas por ese sinnúmero de materiales prefabricados que ofrece la industria para construir cualquier escenografía efímera. Concentrado también en esa percepción nueva que aporta el tránsito, en el recorrido cotidiano rutinario. Ver todos los días lo mismo y descubrir que no es lo mismo, porque la ciudad apela a cambios permanentes para renovarse. Alejandro registra ese recorrido con una cámara de video y lo completa con el sonido del latido de su corazón. Ambos elementos conjugados metaforizan el ensimismamiento con el que él mismo atraviesa esa experiencia y apela a que el espectador pueda revivirla.
Una vez ubicado allí y registrada esa sensación, parece que su percepción entrara en función de zoom y agrandara, hasta dimensiones insospechadas, algunos detalles visuales de la ciudad, como si materializara un proceso de persistencia retiniana. En este caso, en las doce pinturas, las líneas oblicuas que aparecen en los estacionamientos o que llevan pintadas las grúas o también en los bordes de las carreteras. Ese color primario puro, interactuando con el blanco o el negro, trae a la superficie un efecto perceptual muy pregnante, que guarda relación con la función comunicacional que le dio origen, pero que al despojarla de su función práctica, atraviesa y se ubica en una dimensión estrictamente estética. Es un truco óptico, ya que es el dibujo de un cubo en perspectiva, pero que, para ser descubierto, debe debatirse con el fuerte impacto visual que provocan las franjas. La persistencia de esas imágenes en la cabeza del artista se materializa en estas doce obras que también dejan traslucir la vigencia de la geometría recontextualizada y resignificada en el campo del arte contemporáneo.
Pero pareciera también que, de tanto ver y ver esas líneas, Alejandro decidiera ir aún más lejos y conformar, además de sus pinturas, las paredes de una habitación imposible, insoportable. Así, La Cuarta Pared, puede ser un lugar de clima onírico, en el que la habitación y la ciudad son una misma cosa. La línea de contacto es un detalle de esta última que, de tanto girar en la cabeza del artista, cobró dimensiones y funciones hiperbólicas. Esta habitación, que está dispuesta para ser espiada y transitada, envuelve al espectador y genera un extrañamiento en la relación que los muebles, intimistas, establecen con las paredes. Metáfora posible del mismo extrañamiento que el universo interno del hombre tiene con la ciudad y sus registros impersonales y muchas veces agobiantes.
Alejandro subvierte categorías de tipicidad o exotismo al abordar lo mexicano y, al mismo tiempo, advierte cómo el entorno y los cruces con su formación artística pueden disparar un sinnúmero de formas que ayudan a construir una visión poética del mundo en que vivimos.