Textos
La Apropiación del Objeto desde lo Cotidiano
Arturo Miranda Videgaray, 2006
El ejercicio plástico requiere de una férrea disciplina, así como de un inquebrantable compromiso.
No existe más juez que el autor mismo.
La labor del artista reside en observar primeramente su entorno para después analizar críticamente aquello que percibe y finalmente plasmar estos estímulos a partir de una visión propia, en la que dejará su propio testimonio.
Al realizar este proceso el artista se apropia, después de una observación aguda y el cuestionamiento a lo establecido, del objeto y puede entonces, dotarlo de significados que originalmente no tenía.
Alejandro López Saldaña se ocupa precisamente de y en esto. Sus objetos–obras son el resultado de la cuidadosa observación de todo aquello que le rodea, de los objetos y lugares que le remiten a imágenes personales, que detonan piezas que están en constante transformación, permitiendo que sus calidades cambien constantemente al ser intervenidas en el exterior.
La observación cuidadosa del material, la investigación sobre sus características y sus posibilidades expresivas inherentes, son pasos que Alejandro López Saldaña cuida meticulosamente en el transcurso de su proceso, un proceso que contempla el rescate de materia y objetos aparentemente sin mayor trascendencia, pero que al ser intervenidos y manipulados por su sensibilidad adquieren una increíble expresividad y se ven cargados de significados tan evocadores, provocando que el espectador dialogue profundamente con su obra, cargándola de innumerables significados.
Así, podemos distinguir una gran riqueza en su trabajo, riqueza que refleja la intervención del tiempo, dejando una clara huella que nos refiere a innumerables significaciones, significaciones que han de detonar nuestras propias imágenes.
Destruye para construir, aprovechando las calidades y cualidades de materiales y herramientas propios de la construcción, se deja llevar por ellos rompiendo prejuicios que determinan la comprensión preestablecida de las cosas. Incluso tiene su taller en un antiguo establecimiento que expendía materiales como cemento, varillas, ladrillo, cal, etc. Lo que nos habla de un acercamiento muy especial al mismo, pues no utiliza materiales propios del artista, rompe con ello, aprovecha sus propiedades, dejando que muestren sus cualidades enfatizando una carga expresiva que expone lo vital de lo cotidiano aparentemente sin mayor significación.
Aprovechando las estructuras de los objetos y sin más trabajo que cambiar su ubicación, en un ejercicio de profunda sencillez, estructura un discurso complejo y profundo, que es producto de una larga meditación que no es otra cosa que parte de su proceso, el cual entiende como la suma de todas las vivencias en su vida. La obra es entonces sólo parte de este proceso, no son obras terminadas, son parte de un todo que está muy lejos de concluir, y que irá cambiando durante su desarrollo.
Ejemplo de este ejercicio son colchones, mesas, sillas, sillones, herramientas, todos intervenidos de diferente manera: algunos simplemente son asignados a nuevas tareas, otros son colocados en lugares inverosímiles o simplemente son puestos en posiciones diferentes a las que tienen normalmente. El meollo del asunto es encontrar nuevos significados, ampliar la relación con ellos y enriquecer nuestra percepción de aquello que vemos cotidianamente y que por lo mismo pasamos desapercibido.
Transgresión del objeto y del espacio, transgresión a lo establecido, cuestionamiento al orden y a las normas, rompimiento con las relaciones aceptadas como pertinentes, impertinencia que obedece a nuevos planteamientos, a cuestionamientos derivados de la observación y la crítica, plasmados sin miedo y con un gran compromiso.
Esto es lo que veo en esta obra, obra fresca y llena de expresividad, obra viva que no obedece a caprichos ajenos a su propio proceso, obra producto de una propuesta seria que nos invita a cuestionar aquello que consideramos correcto, obligándonos a revalorar planteamientos y estructuras para abrir nuevas significaciones.